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Mindful marketing. Obviamente hacer publicidad no es una forma de meditar. Sin embargo, hay objetivos que se buscan con la meditación que bien pueden aplicarse al marketing. Al menos, a eso se refiere el llamado “mindful marketing”. Este deriva del mindfulness, que es una técnica mental que persigue la concentración plena para despejar la mente, abrir los sentidos y centrarse en el momento presente, “en el aquí y el ahora”.
Estar focalizados, con una atención plena al momento es una de las metas que persigue el mindful marketing. Es realizar el trabajo de manera consciente. Los principios para aplicar este concepto en las estrategias que se elaboren son los siguientes:
-. Focalizarse en las personas. Ponerse en el lugar del cliente y del vendedor es vital. Ser empáticos al trazar las campañas y no tratar a los involucrados como números, porcentajes, cifras o estadísticas será beneficioso para la estrategia de marketing. Establecer una comunicación eficiente y personal, ponerse en lugar del otro, es clave.

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-. Responsabilidad social. Cualquier empresa genera una repercusión en su entorno social y ambiental. Los servicios y productos que se ofrecen deben aportar algo en esos dos sentidos. No hay que mantenerse ajenos a esta realidad, pues no solo los compradores recibirán un valor.
-. El valor de una empresa no es solo vender. Las comunidades cada vez están más atentas a los valores empresariales. Es por ello que los objetivos de una organización deben ir más allá de generar lucro. Ser ecológicos o más humanistas deben encontrarse entre sus principios. Tampoco debe haber contradicción en ello. Por ejemplo, no decir que se es protector del medio ambiente solo porque los envases que se utilizan son de cartón reciclado. Hay que estar inmerso en la causa y ser integrales.
-. Abogar por el consumo consciente. Es cierto, a menudo el marketing conlleva al hiperconsumo. Sin embargo, no se trata de que los clientes no consuman un producto o servicio, sino que las acciones que emprendamos los hagan tener plena conciencia de qué compran y las consecuencias de ese acto. Los clientes deben conocer el impacto (negativo y positivo) de su compra.